Retrato de las seis mujeres y un hombre que desde hace más de 70 días defienden sus derechos laborales ante Vialia a costa de familia y salud

Viernes 23 de marzo de 2012, por Zugasti Paco

Retrato de las seis mujeres y un hombre que desde hace más de 70 días defienden sus derechos laborales ante Vialia a costa de familia y salud [El Observador revista de culturas urbanas, Málaga]

OPINIÓN. Tribuna abierta. Por Paco Zugasti
Miembro del Ateneo Libertario de Málaga

22/03/12. Opinión. A una semana de la Huelga General EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recoge en esta colaboración de Paco Zugasti, miembro del Ateneo Libertario de Málaga, la situación de las seis limpiadoras y el trabajador de Eulen que se encuentran en huelga desde el pasado 10 de enero frente a Vialia, su lugar de trabajo. “Han sido denunciadas por poner pancartas, multadas por la policía local por orden directa del alcalde, algunas de ellas han sufrido agresiones cuando estaban solas por parte de los vigilantes de seguridad de SEGUMA que ‘vigilan’ el Centro Comercial Vialia. Pero ellas siguen en huelga y siguen con su lucha, denunciando el abuso de una patronal que no respeta los más elementales derechos laborales”.

LLEVAN más de 70 días en huelga (empezaron el 10 de enero), reclaman sus derechos y defienden su dignidad, derecho al salario, al tiempo de descanso que legalmente les corresponde y derecho a ser tratadas como personas. Todos los días se concentran a las puertas de Vialia -en cuya limpieza trabajan, subcontratadas por la empresa EULEN- con una pancarta que dice: “Somos limpiadoras, no mercancías”.

RECLAMAN que se respeten los tiempos de descanso y el disfrute de festivos que tenían reconocidos y que la empresa ha modificado unilateralmente. También que se les aplique el convenio de contratas ferroviarias que, además de ser más favorable que el que se les aplica en la actualidad, es el que legalmente les corresponde porque la empresa para la que trabajan está ubicada en un recinto ferroviario.

HAN sido denunciadas por poner pancartas, multadas por la policía local por orden directa del alcalde, algunas de ellas han sufrido agresiones cuando estaban solas por parte de los vigilantes de seguridad de SEGUMA que ‘vigilan’ el Centro Comercial Vialia. Pero ellas siguen en huelga y siguen con su lucha, denunciando el abuso de una patronal que no respeta los más elementales derechos laborales. ¿Quiénes son estas trabajadoras?

ÉLIDA tiene 53 años es natural de Ecuador y antes de trabajar en Vialia, donde lleva cinco años como limpiadora de mantenimiento, trabajó limpiando casas, sin papeles y sin contrato, hasta que consiguió regularizar su situación. Trabaja 25 horas a la semana y su sueldo es de 680 euros. Como no le alcanza con este sueldo “siempre he estado pidiendo horas extra y cuando no tenia horas pedía anticipos”

“CUANDO la vez anterior las compañeras hicieron huelga yo no participé pero presencié lo que estamos viviendo ahora; vi como se estaba tratando a mis compañeras, como se inventaron la semana de nueve días, me convencí de que hay que apoyar la huelga por justicia, por reclamar nuestros derechos”. Hay cuatro compañeras que no se han sumado a la huelga, Élida piensa que es “porque tienen miedo y por no perder las palmaditas en la espalda”. “Yo ya pase por esa misma experiencia” dice.

TIENE un hermano en Ecuador que antes fue sindicalista y ahora es empresario, “lo que hace es reírse, pero a la vez me desea que todo salga a favor nuestro”. “Mis hermanas que viven aquí están muy preocupadas, piensan que este es un mal momento para haber hecho huelga. Pero yo creo que hay que seguir, uno tiene que ser de una sola palabra, cuando se da un paso hay que seguir hasta el final, salga como salga, pero no perdiendo la esperanza de que la justicia siempre salga a flote”. “Reclamamos que se nos respete lo que es nuestro, una nómina limpia, un sueldo limpio, que nuestro contrato sea el que nos corresponde”. Cuando la concentración se mantuvo durante doce horas ininterrumpidas, incluido el tiempo de comida, Élida, con 20 euros, compraba y preparaba comida para todas “porque hay que ajustar gastos”.

ANTONIA lleva cuatro años trabajando en Vialia. Es limpiadora y gana unos 780 euros al mes por 36 horas de trabajo a la semana. Tiene 37 años y está casada pero su marido, que fue despedido de Vialia por reclamar sus derechos, está ahora trabajando en Holanda. Como a Antonia le han impuesto estar de servicios mínimos se ve obligada a ir a trabajar. En el trabajo está siendo acosada y ha sufrido ya dos agresiones por parte de los vigilantes de seguridad de la empresa SEGUMA. La primera fue una agresión verbal y se produce cuando, en su tiempo de descanso, un guardia de seguridad se acerca a ella y empieza a llamarla repetidas veces “mora de mierda” y le dice que va a matar a su marido, de origen magrebí. La segunda agresión se produce en el momento de ir a fichar, otro guardia de seguridad le impide el acceso y le propina un codazo en el pecho. Como otras compañeras también ella ha sido multada por la policía local que parece que estuviera contratada por la patronal.

LAMENTA Antonia que haya compañeras que no secunden la huelga, “no están por miedo”, dice, “yo también tengo miedo pero hay que arriesgar porque no podemos consentir que nos humillen”. Muchas veces se siente sola pero valora enormemente la solidaridad de sus compañeras en huelga y el apoyo que reciben de la CGT y de las muchas personas que muestran su apoyo a diario. Antonia a veces lo pasa muy mal por el acoso al que está sometida, está en tratamiento con ansiolíticos, pero su voluntad no decae; “vamos a seguir adelanta hasta donde haga falta”, “hasta mi cumpleaños que es en nochevieja” dice con cierto tono de humor.

SUSANA trabaja como limpiadora en Vialia desde hace cinco años, su jornada diaria es de 5 horas y 10 minutos y gana 625 euros al mes. Tiene 43 años y vive sola, de su familia dice “siento que me apoyan porque saben que no estoy en la huelga por gusto, estoy por una causa justa, defiendo mis derechos”. También siente el apoyo de sus compañeras y del sindicato. Lo que peor lleva es tener que hacer servicios mínimos porque, tanto ella como sus compañeras son constantemente acosadas por los vigilantes de SEGUMA. “Te vigilan constantemente, controlan todos tus movimientos, pero no te hablan. Es una situación angustiosa”. Con todo, está dispuesta a seguir con la huelga el tiempo necesario, “vamos a seguir adelante mientras la empresa no acepte lo que es justo y nos pague lo que nos debe”.

CONSUELO de 39 años, lleva 5 años trabajando en Vialia, “antes de esto trabajaba en casas, en la obra también, después me quedé un tiempillo parada hasta que conseguí este trabajo”. Es limpiadora y cobra un sueldo de 800 euros, trabaja 6 horas y veinte minutos al día, está casada y tiene tres hijos. La huelga y la concentración permanente que mantienen a las puertas de Vialia le está creando problemas en casa: “mi niña necesita que le ayude a estudiar para sacarse el graduado, tengo que levantarme muy temprano para dejarles la comida hecha a mis hijos, ellos llegan y se la calientan, ya no comen conmigo como antes”. “Me duele cuando me dicen: ‘mamá, es que nosotros no podemos estar ni un día contigo’. Yo les digo que estoy luchando ellos y lo entienden pero una como madre se siente mal”. “Llego a casa muy cansada y con ganas de descansar pero mis hijos reclaman mi atención”.

NO es esta la primera huelga en la que participa Consuelo en defensa de sus derechos. Fue hace tres años, la despidieron y el despido fue declarado nulo. “Con mis compañeras en huelga me siento como en familia, siento su apoyo cuando me encuentro mal, cuando el pensamiento se me va a mi casa, a mis niños, ¿cómo estarán? ¿Habrán llegado ya del Instituto?”. A pesar de todo tiene claro que han de seguir adelante, así lo han hablado entre las compañeras; “ya, a lo que sea, porque si nos vamos para adentro vamos a ser humilladas y maltratadas por las personas que están allá y a mi me parece que nosotras valemos mas que ellos”.

LOLI tiene 55 años, lleva cerca de seis trabajando en Vialia, es limpiadora, cobra 670 euros y trabaja cinco horas y diez minutos diarios, “antes trabajaba más horas pero me las han reducido”, Su sueldo es el único ingreso que entra en casa, su marido está parado, tienen cinco hijos mayores y uno de ellos, también parado, vive con ellos. A Loli también la agredieron los vigilantes de seguridad contratados para la huelga. Eran las ocho y media de la tarde cuando ella y Paqui intentaron entrar al servicio, los cuatro guardias de seguridad de SEGUMA se colocaron formando barrera para impedirles la entrada, las zarandearon y a Loli le rompieron el bolso. Un testigo presencial llamó a la policía y denunció la agresión. A Loli le dio una subida de azúcar y perdió el conocimiento. Se la llevaron en una UVI móvil al Hospital Civil y allí certificaron que había sido agredida. “Todavía estoy en tratamiento con pastillas”.

“YO creo que hay que ir hasta el final porque aquí, en cuantito entremos, nos van a acribillar, van a ir a por nosotras”. “Yo lo que quiero es que nos paguen ya todo lo que nos deben, que nos den los días que hemos ganado en el juzgado y volvamos a entrar, lo que no se puede es estar así, en mi casa no hay ni un duro”.

MIGUEL es el único hombre del grupo, tiene 46 años y lleva 6 trabajando en EULEN, antes en la Fábrica de San Miguel y en los últimos años en Vialia. Es especialista y trabaja en altura, allí donde no llegan las personas llega Miguel con una máquina. Por este trabajo en jornada de ocho horas diarias, cobra 1.000 euros al mes. De ahí tiene que sacar para pagar una hipoteca de 600 euros y los demás gastos de la casa, bien poco es lo que les queda a él, a su mujer que está en paro y a un hijo de 16 años que tiene una discapacidad psíquica.

SIENTE que la empresa les ha engañado. “En noviembre fuimos a la huelga y la desconvocamos porque la empresa nos prometió que iba a estudiar nuestras peticiones, nos torearon hasta que pasase la Navidad que era cuando podíamos hacer mas fuerza. Cuando comprobamos que nos habían engañado volvimos a la huelga y así estamos desde el mes de enero”. Se acerca la Semana Santa y a las autoridades les empieza a preocupar más la huelga, por eso han reforzado el cordón policial; “no nos dejan movernos, policías nacionales, locales, secretas, seguridad privada... solo falta el ejército”. Todo ese despliegue de efectivos represivos para siete personas en huelga.

A Miguel le afecta personalmente la situación pero, sobre todo, el ver como algunas de sus compañeras están padeciendo serios problemas psicológicos por la presión a que están sometidas, con frecuencia las ve llorar. “Se pasan malos momentos con la policía y guardias de seguridad acosándote”. “Y aquí estamos prácticamente todo el día, llegamos a las 7 de la mañana y estamos hasta las ocho de la tarde o más”.

MERCEDES tiene 46 años y lleva 4 años trabajando en Vialia. Es especialista y conduce una máquina limpiadora del suelo, trabaja 26 horas a la semana y cobra poco más de 600 euros al mes. Este sueldo es el único ingreso con que cuentan en casa. Mercedes está separada, “mi hija mayor se ha quedado parada después de estar siete años trabajando, tengo otro hijo mediano con 22 años y una chica con 17 años que están estudiando”. Sus hijos le preguntan que cuando va a acabar esta situación, “yo llego a casa agotada porque también tengo que hacer servicios mínimos y eso lo notan mis hijos”.

NO sabe cuando va a acabar esta situación “convocamos a la empresa a negociar pero no deja nada en claro”. Lo que si tiene claro es que tienen que seguir adelante “porque es un beneficio para nosotras para el día de mañana y es nuestro, llevamos luchando cinco años ya, con la empresa anterior y con esta que tiene ahora la contrata”.

PAQUI es la delegada sindical de CGT. Tiene también 46 años y trabaja en Vialia desde el 2006, contratada por EULEN ahora y anteriormente por AL SUR. Con esta empresa también estuvo en huelga para reclamar sus derechos, fue despedida pero el despido se declaró nulo en el juzgado. Es limpiadora y trabaja 40 horas a la semana por lo que cobra un sueldo de algo más de 800 euros. “Estar en huelga y estar concentrada a las puertas de Vialia me afecta personalmente, porque tiene una la casa abandonada, a mi hija que tiene una minusvalía la tengo que dejar sola, la profesora ya me ha llamado; afecta familiarmente y psicológicamente también, si a eso le añades que no cobramos, pues imagínate”. Paqui está separada y su sueldo es el único ingreso que entra en la casa, además de doscientos y pico euros que le pasa su exmarido a la hija de ambos. Tiene otra hija y una nieta que entienden la lucha de su madre y abuela, “ellas me apoyan en que reclame mis derechos pero no entienden que no las pueda ver”.

DE sus compañeras dice que “tienen días buenos y días malos, como yo misma, pero las veo que no se rinden”, cuando se le pregunta en qué va acabar todo esto responde: “yo creo que lo vamos a conseguir, vamos a conseguir lo que reclamamos porque no estamos pidiendo nada que no sea justo, pedimos derechos legalmente establecidos, derechos que se nos han reconocido en sentencias judiciales y que la empresa no respeta”.

SI hay algo que caracteriza a este grupo de personas son los fuertes lazos de solidaridad y apoyo mutuo que se ha creado entre ellas. Valoran sobremanera el apoyo que reciben de sus compañeros y compañeras del sindicato y de las personas y colectivos que se interesan sinceramente por su situación. Están viviendo un experiencia dura pero, a la vez, muy estimulante. Irradian una fortaleza y un coraje ejemplares. Si te parece que estas personas merecen tu apoyo y solidaridad, acude, siempre que puedas, a las concentraciones diarias a las puertas de Vialia y aporta, lo que puedas, a la cuenta de solidaridad con ellas.