Construir el socialismo libertario Autogestión y Federalismo Hoy
Domingo 9 de marzo de 2008, por
Construir el socialismo libertario
Autogestión y Federalismo Hoy
“La autogestión supone la abolición de la propiedad privada o
del Estado de los instrumentos de producción y su transferencia a los
trabajadores que tienen la ‘posesión’ de esos instrumentos,
que les transmiten cuando dejan la empresa
a los que les suceden”
Maurice Joyeux
ASPECTOS CONSTRUCTIVOS DEL SOCIALISMO LIBERTÁRIO
Una reflexión actual sobre autogestión y federalismo debe, ciertamente, tener en cuenta el fardo cargado por los anarquistas, hace años, que son acusados de criticar y acusar, y de proponer y construir poco. La afirmación tiene cierta base, visto que parte de los anarquistas se dedicó mas a fomentar su crítica sobre el principio de la autoridad y de la exploración, de que desarrollar los aspectos constructivos libertarios.
El propio término anarquía, del griego an(a) “sin” y arkh(os) “gobierno/autoridad”, trabaja con un concepto de negación, en este caso del principio de gobierno y de la autoridad - y no de construcción.
Aún en medio de la Revolución Francesa, en el siglo XVIII, el término anarquismo ya era utilizado, aunque sin una definición clara, tanto para referirse a una concepción que apuntaba a promover la revolución, cuanto a una otra, que estaría dispuesta solamente a perturbarla.[1] Desde entonces, la utilización de los términos anarquía y anarquista fue constante, como se puede leer en los periódicos de los siglos XVIII y XIX. La utilización generalmente era hecha por personas defensoras del “orden” o por la prensa conservadora, con el objetivo de desclasificar adversarios políticos, generalmente aquellos que defendían cierto “exceso de libertad”, para referirse al estado de guerra civil, o a una tentativa de mudanza del orden social. O sea, ya se estaba creando en el imaginario popular, una ligación entre el concepto de anarquía, o anarquismo, y la subversión, el elemento desestabilizador del orden y el caos. Un concepto de crítica y repulsión de algo establecido.
El concepto solo fue utilizado de forma positiva por Proudhon, ya en el siglo XIX, como describe Alexandre Samis al decir que:
“La anarquía, palabra recurrente en los discursos que tenían como objetivo desclasificar los oponentes, generalmente partidarios de la libertad, era entonces vista de forma diferente de la conceptualización que le dio Pierre Joseph Proudhon, en su tratado presentado a la Academia de Ciencias de Bensançon, ¿Qué es la propiedad?,en 1840”.[2]
Aunque reivindicándose anarquista, Proudhon sustentó prácticamente solo este adjetivo, hasta la formación del concepto de aquello que se llamaría anarquismo, algunos años después. Los seguidores de Proudhon, entre ellos Bakunin, solo pasarían a llamarse anarquistas años después. Mientras tanto, debemos atribuir a Proudhon la primera tentativa de transformar el concepto de anarquismo, de un concepto de simple negación, con connotación peyorativa, en un concepto constructivo, “que sería el distintivo de toda una generación de revolucionarios”.[3] Es así que debemos concordar nuevamente con Alexandre Samis, cuando afirma que:
“Proudhon tomó para sí la difícil tarea de habilitar un término con significado negativo y con postura estoica resistió durante mucho tiempo solitario con sus convicciones. Él afirma en Que es la propiedad?: ‘la propiedad y la autoridad están amenazadas de derrumbarse desde el principio del mundo: así como el hombre busca la justicia en la igualdad, la sociedad aspira al orden en la anarquía.’ Proudhon transforma así la anarquía en vehículo para alcanzar el thelos cualitativo de la sociedad; es la piedra de partida que llevará al hombre al orden en oposición al caos que, según él, es la autoridad. El imperativo moral anunciado por Proudhon es una mudanza radical en el concepto de ‘anarquía’ y confiere a los anarquistas un papel privilegiado en las mudanzas sociales.”[4] (comillas mías).
A pesar de éste intento de Proudhon en traer el anarquismo para una esfera constructiva, y tantos otros que fueron hechos después, el hecho es que el anarquismo acabó conservando, hasta hoy, en su interior, gran parte de éste aspecto crítico, de destrucción, en detrimento de los aspectos positivos, de construcción. Fue así que el pensamiento libertario terminó fundamentando importantes críticas (como la crítica al capitalismo, a la autoridad, y principalmente al Estado), más muchas veces se restringió a ellas. En nuestros días el anarquismo no es más considerado, en todos los casos, con un sentido peyorativo y busca tener un sentido positivo. A pesar de la llamada “diversidad” que existe dentro del anarquismo acabar por convertirlo en una cierta “bolsa de gatos”, hay una línea común en todas sus tendencias; ella es formada por las críticas, que terminan por sustentar aquel concepto de anarquismo como “elemento desestabilizador del orden”.
Fue la continuidad de esta tradición, juntamente con la pluralidad de las ideas libertarias, sumada a las facilidades de las personas para adoptar slogans, que hicieron que las frases como “la pasión de destruir es también una pasión constructiva” de Bakunin, acabasen no siendo entendidas en su totalidad y siendo repetidas insistentemente, y así construyendo la realidad, no necesariamente semejante a aquella expresada por su autor. Se concluyó a partir de esta frase, por ejemplo, que para edificar una nueva sociedad bastaría destruir la actual, lo que es un completo absurdo. En la concepción anarquista, la destrucción sería representada por la revolución social, que derrumbaría la estructura de la vieja sociedad y abriría las puertas para la construcción de la nueva. Así fue en la historia de las revoluciones con participaciones libertarias significativas, como en Rusia en 1917 y España en 1936.
En las concepciones de Bakunin sobre la revolución social, podemos ver claramente, en la mayoría de las veces, un concepto de destrucción, cuando enfatiza, por ejemplo, que:
“Ésta pasión negativa está lejos de ser suficiente para elevar la causa revolucionaria al nivel deseado; pero, sin ella, esta causa es inconcebible, y también imposible, pues no hay revolución sin destrucción profunda y apasionada; destrucción salvadora y fecunda, justo por que de ella y solo por ella, se crean y nacen los nuevos mundos”. [5]
A pesar de eso, son evidentes también los conceptos constructivos, que eran traídos por Bakunin, al tratar de la revolución cuando, por ejemplo, afirmaba que:
“Nadie puede querer destruir sin tener por lo menos una remota imaginación, real o falsa, del orden de cosas que debería a su parecer suceder al que existe actualmente; y cuanto más viva está en el dicha imaginación, más poderosa se vuelve su fuerza destructora; y cuanto más se acerca a la verdad, o sea, está más en armonía con el desarrollo necesario del mundo social actual, más saludables y útiles se hacen los efectos de su acción destructora. En efecto, la acción destructora está siempre determinada, no solo en la esencia y en el grado de intensidad, sino también en los modos, las vías y los medios que emplea, por el ideal positivo, que constituye su inspiración primera, su alma”.[6]
Como el propio Bakunin demuestra[7], después de la revolución hay un período intermedio, que no debemos confundir con la “dictadura del proletariado”, que generalmente es de guerra civil, en el que la contra revolución ataca, intentando retomar el poder. Hay una gran ofensiva de la reacción, lo que torna aún mas difícil la construcción de la nueva sociedad, pues, si por un lado se tiene que ocupar de esta construcción, al mismo tiempo se debe preocupar con la cuestión de la “ defensa de la revolución”.[8] El caso en España de la guerra civil de 1936-1939, en que fábricas de alimentos tuvieron que ser ajustadas para la producción de armas es un ejemplo claro que la construcción de España no era simplemente la revolución. No era simplemente una nueva construcción después del éxito de la revolución de julio. Era obviamente mantener los logros conquistados, al mismo tiempo abrir el campo para la construcción de la sociedad, y pasada la amenaza de la contra revolución, edificar la sociedad libertaria, poniendo en práctica la autogestión y el federalismo, con todas las dificultades que eso implica: cambiar la cultura, la conciencia, el funcionamiento de la industria, de las empresas, de las comunidades, etc.
Cuando Bakunin desarrolló este tema de la destrucción y de la construcción, su inspiración estaba en Proudhon, y por tanto en uno como en otro, también hay ciertas ambigüedades con relación asunto. Veamos un ejemplo de Proudhon. En 1849 él escribía: “[...] soy socialista [...] no apenas por que protesto contra el régimen actual de la sociedad, sino por que afirmo un nuevo régimen[...]”.[9] En esta frase, Proudhon coloca claramente la cuestión constructiva del socialismo, insistiendo que ser socialista no significa simplemente negar el capitalismo, sino afirmar una nueva sociedad, es decir, concebir y luchar por una sociedad anhelada; socialista en este caso.
Sin embargo, Proudhon también tiene pasajes relativamente ambiguos que pueden posibilitar una doble interpretación. Es el caso, en este mismo artículo de 1849, cuando continúa: “Soy socialista, esto es simultáneamente reformador e innovador, demoledor y arquitecto; pues, en la sociedad, esos términos son sinónimos”. De ese trecho, podemos tener dos interpretaciones. La primera que nos parece equivocada, que “demoledor y arquitecto” son sinónimos, o sea, la misma cosa. Está claro que destruir no es la misma cosa que construir. La segunda interpretación, que nos parece más coherente, es que destruir no significa construir, pero el destruir implica el construir. Es decir, de nada adelanta nos afirmar en la destrucción de algo, sino sabemos, con alguna claridad, lo que queremos colocar en el lugar.
Esta segunda interpretación justifica una noción constructiva que es importante, inclusive, para la persuasión de otras personas, sobre los ideales por los cuales luchamos, y también para que podamos pensar estratégicamente en las alianzas, en los acuerdos y en las reivindicaciones que hacemos.
Los anarquistas, varias veces, fueron víctimas, pues se aliaron a otros, en la expectativa de hacer una revolución, para después, ver lo que sería hecho. El resultado fue obvio: en la “obra de la destrucción”, todos los que eran contra los regímenes vigentes se aliaron para destruir aquellos regímenes, o sea, para la revolución. Los problemas vinieron en el momento de construir algo después de la revolución, pues en ese momento, los anarquistas aliados en la obra de la destrucción, terminaron por tornarse enemigos, en la obra de la construcción. Muchos anarquistas fueron muertos, simplemente eliminados por eso.[10]
Fue justamente por la conclusión de la necesidad de trabajarse los aspectos constructivos que el anarquismo se pautó, en gran medida, sobre el desenvolvimiento de los conceptos de federalismo y autogestión. Toda esta discusión se caracterizó por la búsqueda de la respuesta a dos preguntas:
a. Como funcionará la sociedad autogestionaria y federalista, defendida por los anarquistas, después de la revolución social?
b. Como aplicar los principios del federalismo y de la autogestión hoy, por lo menos parcialmente, y hacer con que ellos, se constituyan como herramienta, en la lucha contra la exploración y la opresión, llevándonos en la dirección de los objetivos de largo plazo?
Fue siempre en busca de esas respuestas que los libertarios intentaron desarrollar conceptos para el funcionamiento de la sociedad futura y para las luchas cotidianas.
En primer lugar, el funcionamiento de la sociedad futura, como un proyecto de largo plazo, un esbozo de las líneas generales del funcionamiento, de las instancias económicas, políticas y sociales, que en el momento apropiado, sustentarían la “nueva sociedad”. Vale resaltar que mucho mas relevante de que crear proyectos acabados de sociedad, como fue el caso de los falansterios de Fourier, es importante la discusión y la determinación de las “líneas maestras” que permitirán una adaptación según el tiempo y el momento.
En segundo lugar, la aplicación de los principios inmediatamente, pues de nada serviría tener un proceso en funcionamiento de sociedad, que quedase “guardado en el cajón”, para nunca ser aplicado, como ocurrió con el proyecto de “comunismo” de Marx. Eso implica exactamente la discusión de fines y medios. Para los anarquistas, los fines están en los medios, es decir, si queremos una sociedad en la que funcionen plenamente los principios de la autogestión y del federalismo, no existe otra forma para llegar a ella, que no sea por las luchas federadas y autogestionarias. O sea, los fines son los propios medios. Aquí está un proyecto de lucha bastante diferente de la concepción desarrollada por la escuela marxista, que afirmaba que los fines justificaban los medios, y basados en esta máxima justificaban un Estado autoritario como medio de lucha (la concepción del socialismo como estadio intermediario de Marx), para alcanzar un fin comunista, sin Estado, algún día quién sabe. Las previsiones anarquistas se confirmaron: de las luchas con carácter autoritario, solamente se originan proyectos de sociedades autoritarios. Es decir, el medio autoritario - el Estado “socialista” - no desaparece nunca y el medio se torna el fin; exactamente como aconteció con el proyecto de la Unión Soviética, entre otros, que intentaron llegar al comunismo siguiendo la escuela marxista-leninista. Hallamos muchos ejemplos.
Es exactamente por este motivo que, se defendemos los principios del federalismo y de la autogestión para dirigir el funcionamiento de una sociedad futura, es imprescindible que ellos comiencen a ser aplicados inmediatamente y nos ayuden en la aproximación de la revolución social, o mismo para las luchas que tienen objetivos de corto plazo, pero que no dejan de ser revolucionarias. [11]
LA NECESIDAD DE APLICACIÓN DE LOS PRINCÍPIOS DE AUTOGESTIÓN Y FEDERALISMO HOY
Estos aspectos constructivos del anarquismo no deben ser pensados solamente a partir de una perspectiva de “post-revolución”. Muchos escritos sobre el tema, reflexionan sobre la autogestión y federalismo solamente como un sistema que deberá entrar en la orden del día cuando se haga la revolución, o sea, en la implantación del socialismo o del comunismo libertario. El mejor proyecto al que tuve acceso, en este sentido, fue el llamado “PARECON”, un acrónimo del inglés, utilizado para el término Participatory Economics, o economía participativa, desarrollado por Michael Albert y otros autores.[12]
El PARECON parte de una premisa libertaria de construcción de una sociedad futura y que tiene como principales pilares equidad, solidaridad, diversidad, autogestión y equilibrio ecológico. Las discusiones en torno de ese proyecto son bastantes grandes y hay contribuciones significativas a la cuestión sobre el funcionamiento de la sociedad futura. El PARECON defiende una estructura de consejos democráticos de trabajadores y consumidores que permitirían una forma diferenciada de toma de decisiones, en varios niveles, sustentada por la autogestión. Hay otro eje central, en la propuesta del PARECON, que es la creación, de complejos balanceados de tareas, lo que permitiría acabar con la separación entre el trabajo manual y el intelectual. En el centro de la discusión del PARECON, hay todavía, todo un debate, en torno de economía, propiedad privada, remuneración, distribución, producción, consumo, eficiencia, productividad, creatividad, innovaciones, entre otros temas.
La idea del PARECON, fue construida mezclando parte de los conceptos anarquistas, parte de los conceptos de otras corrientes socialistas de cuño libertario, como es el caso de los comunistas consejitas, y desenvolvió características propias, profundizando las tradiciones clásicas. Tratando la relación, entre la propuesta del PARECON y el anarquismo, Michael Albert afirmó, en una entrevista:
“Creo que el propio PARECON es un proyecto económico anarquista, por que el realiza funciones económicas deseables, de manera de incorporar rápidamente la influencia y el envolvimiento de cada persona. El PARECON no posee jerarquías fijas y estructura de clases. Genera, no solo participación y justicia en los resultados sociales y materiales, como también autogestión real, lo que es claramente un objetivo del anarquismo. Debo pensar, en otros términos, que los anarquistas no deben hallar el PARECON simplemente adecuado, y sí verlo como un compañero muy próximo de sus aspiraciones.[13]
Antes e este proyecto, fueron varios los autores que intentaron trazar las líneas maestras para una organización de la sociedad futura, de manera anti-autoritaria. Entre estos ejemplos, podemos resaltar el libro La Conquista del Pan de Piort Kropotkin, El Organismo Económico de la Revolución de Diego Abad de Santillán, El Comunismo Libertario de Isaac Puente, Idées sur l’organisation sociale [Ideas sobre la Organización Social] de James Guillaume, Los Sindicatos Obreros y la Revolución Social[14] de Pierre Besnard, Sobre el Contenido del Socialismo II de Cornelius Castoriadis, Consejos Obreros de Anton Pannekoek, entre otros.
Debemos reconocer que hay una gran importancia en la discusión y en la definición de nuestro propio proyecto socialista libertario, describiendo, en líneas generales, la sociedad en que quisiéramos vivir. Es este proyecto que nos permitirá imaginar donde queremos llegar, y evaluar las acciones que tomamos hoy, verificando si ellas están caminando rumbo a nuestros objetivos de largo plazo o no. Puede parecer obvio, mas es fundamental, para un militante o un grupo de militantes, saber donde se pretende llegar con su trabajo. Es responder a la cuestión: donde queremos llegar?
Por consiguiente, tan importante cuanto la discusión sobre las perspectivas posibles de largo plazo, es la discusión de como esos objetivos estratégicos, es decir, nuestro proyecto político a largo plazo - en que la autogestión y el federalismo ciertamente tienen un lugar preponderante -, deben orientar las prácticas de la lucha cotidiana, o sea, como podemos aplicar inmediatamente esos principios en las luchas del día a día, en la militancia por los logros de corto plazo, en las movilizaciones cotidianas, o en nuestra actuación que se coloca más en el ámbito táctico de que en el estratégico. Es responder dos cuestiones. Que hacer hoy, para comenzar a caminar rumbo hacia donde queremos llegar en el futuro? Como actuar para poder avanzar en la dirección correcta?
Buscar respuestas para estas dos cuestiones es importante, hace que las ideas libertarias salgan del plano ideal, de un concepto teórico, para tornarse una realidad concreta. La crítica hecha a los anarquistas que acabaron “en las torres de marfil” ocurrió exactamente por el distanciamiento que la teoría libertaria acabó teniendo de la práctica y por eso terminó creando un hiato monstruoso entre aquello que se pregonaba y aquello que se realizaba. Eso fue fundamental para una radicalización bastante mal sucedida con los miembros de la tradición libertaria cuando el anarquismo se distanció de su bies mas importante, que es la realidad social, y pasó a propagar una teoría cada vez mas “radical”, terminando por transformarse en sectarismo absoluto, con acciones individualistas entre otras prácticas contraproducentes. Son muy comunes los ejemplos de grupos que simplemente no consiguen tener trabajo social por creer que todos los ambientes en que esta actuación social sería posible: sindicatos, escuelas, movimientos sociales, etc. son completamente “contaminados” por partidos políticos y por las ideologías autoritarias. Hay una confusión entre lo que se trata en el plano político y lo que se trata en el plano social, se escapa de la realidad por ser ésta muy diferente del plano teórico y ideal. De esa forma, crece la “violencia verbal” presente en los discursos, que no existe minimamente en la práctica. O sea, hay una idealización del plan futuro, que no tiene cualquier acción de corto plazo que puede apuntar para los objetivos deseados. Se construye una teoría que es vacía y no da cuenta de la realidad.
Es justamente la aplicación de los principios libertarios en la realidad cotidiana, que encamina la teoría, así como la teoría inspira la práctica del día a día. Como viene a colocar la Federación Anarquista Uruguaya (FAU), en Huerta Grande: Importancia de la Teoría, cuando resalta:
“Por eso, a partir de esta comprobación básica es que surge como fundamental y prioritario el actuar, la práctica política. Solamente a partir de ella, en su existencia concreta, en las condiciones comprobadas de su desarrollo puede llegar a elaborarse un pensamiento teórico útil. Que no sea gratuita acumulación de postulaciones abstractas con más o menos coherencia y lógica interna, pero sin coherencia con el desarrollo de los procesos reales. Para teorizar con eficacia es imprescindible actuar.”[15]
Un ejemplo mas visible de eso es el siguiente: los grupos más sectarios, menos dispuestos a trabajar con personas diferentes (no anarquistas), que todos acusan de ser reformistas, etc. son exactamente los grupos que menor trabajo social poseen. Los grupos más dogmáticos y que más slogans profieren, sin cualquier sentido práctico, son exactamente esos grupos, sin contacto con la realidad social. Sin movilización social, como es posible pretender caminar, rumbo a una sociedad en que impere la libertad y la igualdad? Fue así que acabaron siendo constituidos los “destruir el capitalismo y el Estado”, “ser revolucionario”, entre otros slogans que, a pesar de tener un contenido por detrás, vienen siendo repetidos como un dogma, si cualquier reflexión que apunte para una acción cotidiana, que pavimente el camino rumbo a estos objetivos.
Es una cuestión simple, observemos las letras siguientes:
A B C D E
Si deseamos salir de “A” y llegar en “E” por el camino mas corto, debemos pasar necesariamente por “B”, “C” y “D”. Considerando que la sociedad de hoy, en que estamos viviendo, sea la letra “A” y que la sociedad en que el comunismo libertario esté plenamente establecido sea la letra “E”, necesariamente tendríamos que realizar acciones que hiciesen con que pasásemos por “B”, “C” y “D”, respectivamente. El ejemplo de los radicales sin contacto con la realidad, citado encima, podría ser caracterizado como personas que viven en “A” y que pregonan la “E”, mas no realizan nada en términos de “B”, “C” y “D”. Muchas veces, ni hallan que deben hacer alguna cosa, en esos términos. Como pretenden caminar sin querer mover las piernas?
Es justamente en la aplicación hoy de los principios de la autogestión y del federalismo que harán con que las prácticas militantes de los socialistas libertarios caminen de “A” hasta “E”. La organización y la actuación del día a día crean condiciones para que se establezcan logros de corto plazo y para que se acumule una gran fuerza social libertaria lo que podría ser considerado “B”. Con gran fuerza social y significativo apoyo popular se podría pensar en la realización de una revolución social, con la lucha por el fin del capitalismo y del Estado, lo que podría ser considerado “C”. El período de defensa de la revolución, de guerra civil y de reorganización (o lo que algunos llaman socialismo libertario, como período intermediario), podría ser considerado “D”. El establecimiento de la sociedad comunista libertaria, con la implementación efectiva de la autogestión y del federalismo, que podría ser considerado “E”.
Es exactamente la lucha por la constitución del paso “B”, es decir, acumulación de fuerza social significativa por parte de los defensores del federalismo y de la autogestión, que podrá preparar el terreno para el “C”, o sea, para la revolución social. Si no, cuál será el camino para la revolución social? Es por medio de ese raciocinio que llegamos a la conclusión de la necesidad, de la aplicación inmediata de los principios del federalismo y de la autogestión.
Primeramente, como un medio libertario de alcanzar los fines deseados. En segundo lugar, como una forma de aumentar la lucha por nuestros objetivos y acumular fuerza social. Es solamente así que se puede caminar rumbo al comunismo libertario “E”. Simplemente profesar: vamos a acabar con todo!, vamos a construir el comunismo libertario - o sea “E” -, sin trabajar de hecho para la consolidación de “B”, es caer en el discurso vacío, en la práctica de discursos frágiles, que no se sustentan en la práctica.
* Felipe Corrêa es militante de la Federación Anarquista de Rio de Janeiro (FARJ).
NOTAS:
1. Samis, Alexandre. “As Matizes do Sentido: anarquismo, anarquia e a formação do vocabulário político no século XIX. [Los matices del sentido: anarquismo, anarquía y la formación del vocabulario político en el siglo XIX]”. In: Revista Verve 2. San Pablo: Nu-Sol, 2002 p.48.
2. Idem. p.52.
3. Idem. p.61.
4. Idem. p.54-55. La citación de Proudhon en el artículo de Samis fue extraída de Proudhon, Pierre Joseph. ¿Qué es la propiedad? Barcelona, Tusquets, 1975, p.283.
5. Bakunin, Mikhail. Estatismo e Anarquía [Estatismo y Anarquía]. San Pablo: Imaginário, 2003, p.52.
6. Bakunin, Mikhail. “Protesta de la Alianza”, citado en Mintz, Frank. Bakunin: crítica y acción. Buenos Aires: Colección Utopía Libertaria, 2006, p. 33.
7. Ver especialmente el “diálogo” de Bakunin con Maximov en el libro de Mintz citado encima.
8. Ver la discusión hecha por Nestor Makhno sobre eso, especialmente en su artículo “Sobre la Defensa de la Revolución”, además del documento que originó la discusión, escrito por su grupo Dielo Trouda “Plataforma Organizativa por una Unión General de Anarquistas” - hay una nueva traducción para el español revisada y hecha directamente del ruso [http://www.fondation-besnard.org/article.php3?id_article=517] A pesar que tenemos ciertos puntos de discordancia en relación a lo que defiende Makhno, la mayor parte de sus argumentos es correcta, debiendo ser considerada con atención.
9. Proudhon, P, J. “Le socialisme jugé par M. Proudhon” en La Voix du Peuple 1849, apud Leval, Gaston. “Concepções Construtivas do Socialismo Libertário [Concepciones Constructivas del Socialismo Libertario]”. In: Autogestão e Anarquismo [Autogestión y Anarquismo]. San Pablo: Imaginário, 2002. p.19.
10. Para un ejemplo práctico de eso basta que observemos la historia de la Revolución Rusa de 1917. Los anarquistas acabaron aliados a las otras tendencias de izquierda para la destrucción del zarismo. En las batallas contra el Ejército Blanco, Nestor Makhno y los revolucionarios ucranianos fueron solicitados, algunas veces, por el Ejército Rojo, y su ayuda fue fundamental para alejar la amenaza de la contra revolución. Los bolcheviques cuando vieron la amenaza de la restauración del zarismo pasar, colocaron a los makhnovistas en una emboscada, diezmando todo el ejército que tanto los ayudara. El ejemplo es exactamente ese: en la obra de la “destrucción”, estaban todos “juntos”. En la obra de construcción, para los bolcheviques, los anarquistas podían constituirse como un obstáculo a sus objetivos centralistas y autoritarios.
11. Trabajé ese concepto un poco mas detalladamente en un artículo, transformado posteriormente en libreto, llamado de Reforma e Revolução [Reforma y Revolución], publicado por Faísca Publicaciones Libertárias en 2006.
12. Michael Albert publicó, hace algún tiempo, un libro con el nombre de PARECON: Life After Capitalism (2003), en el cual sintetiza sus ideas sobre el PARECON, que fueron siendo desenvueltas, principalmente, en tres libros anteriores, llamados Looking Forward (1996), Thinking Forward (1997) y Moving Forward (2001). Hay mucho material sobre el tema en otros idiomas, principalmente en inglés, en el sitio www.parecon.org. A pesar de su trabajo sobre el posible funcionamiento de una sociedad libertaria futura ser muy bueno, hay muchos equívocos de su parte al discutir los medios, tales como las formas de organización, lucha, alianzas, etc.
13. Albert, Michael, entrevistado por Andrej Grubacic. Regarding PARECON.
14. Ver la obra completa, en el original en francés.
15. Federación Anarquista Uruguaya (FAU). Huerta Grande: Importancia de la Teoría.